El uso del lenguaje

Durante las vacaciones suelen ocurrir cosas curiosas que te hacen tener una reflexión sobre diferentes temas. En mi caso quiero unir dos conversaciones, una escuchada y la otra discutida, en las que he tenido ocasión de participar.
Estando en la playa, observando el mar, las olas y el ir y venir de las personas, se sentaron a mi lado, respetando el espacio personal que suele ser una norma no escrita en la playa, unos chavales jóvenes que tenían una conversación animada. Uno de ellos era un lugareño que había establecido relación con una pareja italiana que se había unido a ellos. En un momento de la conversación el chico que hablaba con la pareja quiso explicarles la diferencia entre conocido, amigo y hermano, a su entender por supuesto. Les aclaro que el amigo es alguien a quien saludas pero que no te importa mucho, es esa persona, según su punto de vista, que te encuentras por ahí y le dices “que tal, amigo” por decirle algo, ya que le conoces y a veces has hablado con el, pero no te importa para nada ni tu le importas a él. El hermano o “brother” es el amigo de verdad, de corazón, el que se preocupa por ti y tu de él, por el que estás dispuesto a dar todo, por eso le llamas hermano, porque para ti es como de la familia. Sin querer intervenir me asalto la duda que enseguida vi satisfecha por una persona del grupo ¿entonces el conocido que es? Aquí es donde el chico se vio atrapado en una duda, que con no mucha seguridad intentó resolver El conocido es alguien que ves por ahí pero que apenas tienes relacion, es decir que le saludas con hola y adiós y ya esta. Lo que interpreté de mi escucha indiscreta es que para este grupo de jóvenes el “amigo” de toda la vida ahora se le llama hermano o “brother” y el resto de personas, amigos o conocidos, carecen de importancia personal en el grupo y son uno más con el cual a veces compartes tiempo. El verdadero amigo es ahora hermano.
Este cambio en el uso del lenguaje me hizo meditar sobre el nuevo vocabulario que, sobre todo los jóvenes, se esta implantando en nuestra sociedad, y que esta cogiendo su auge en las redes sociales y servicios de mensajes corto por teléfono móvil (por no decir sms). Lejos de criticarla lo veo como un nuevo uso de comunicación que nos permite abrir nuevas fronteras del lenguaje.
La siguiente reflexión sobre el uso del lenguaje me ha venido hace poco. En mis vacaciones suelo coincidir algunos días con mi grupo de amigos (¿o deberia decir hermanos?) con el que disfruto debatiendo sobre diferentes temas. Lo paso tan bien polemizando (os aseguro que disfruto enormemente) que incluso en ocasiones defiendo posturas distintas a la mia por el mero hecho de mantener una “violenta” discusión que nos lleve a elevar el tono de voz y a enfrentar las posturas con argumentos que a veces rayan el fanatismo.  En uno de sos intensos debates tuve la oportunidad de confrontar mi opinión, esta vez con la que me siento identificado, con un amigo que suele defender el lenguaje y su buen uso llegando a la costumbre de corregir la forma de expresarse de sus contertulios. Esta persona me introdujo en la cuestión que estábamos corrompiendo el lenguaje castellano con términos ingleses o americanos que “prostituían” nuestro idioma. Esto me llevo a una referencia de varias conversaciones que mantengo con los directivos españoles actuales, los cuales en su discurso, y por su afán de no meter términos ingleses en sus frases, se quedan pensando cuando quieren decir algo en castellano que suelen decir en ingles, y alguno de ellos me ha llegado a decir “es que no me sale la palabra en español”. Esto tiene que ver con que muchas veces la “traducción literal” del termino no llega a coincidir con el sentido exacto que se le quiere dar al contexto del discurso. Además muchas palabras vienen de la cultura británica o estadounidense y han sido utilizadas con un propósito concreto para desarrollar un pensamiento o corriente que expresa muchas ideas. Es por eso que muchas veces algunas palabras o conjunción de palabras solo tienen sentido si las utilizas en el idioma de origen.
Esta fue la discusión con mi amigo, donde él defendía que toda palabra inglesa tenia su traducción en castellano que era la que se tenia que utilizar. El tono de voz se fue elevando hasta descubrir otro de los axiomas que mantengo desde hace tiempo, que no se puede convencer a nadie de lo que no desea ser convencido, y es por ello que disfrute con el enfrentamiento verbal sin el mas mínimo deseo de esperar un cambio de opinión sino de revisar la vehemencia de la defensa de sus argumentos frente a los míos
¿Vosotros que opináis?. ¿Se deben utilizar en un discurso términos ingleses o castellanos o debemos ceñirnos a nuestro idioma natal en nuestras palabras?

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