Cosas que aprendí de mis abuelos

abueloSomos el cumulo de las experiencias de vida que hemos tenido y estamos condicionados por nuestros antecedentes genéticos. Esto que puede parecer el inicio de un artículo científico es algo totalmente distinto: Una mirada nostálgica a unos de los referentes de mi vida, mis abuelos. Me refiero a mis dos abuelos varones, ya que mi abuela paterna no la conocí, ya que falleció antes de que yo naciera, y mi abuela materna ¡¡¡¡va a cumplir 100 años el 5 de julio¡¡¡, por lo que aún sigo aprendiendo de ella.
Mi abuelo Justino, por el lado paterno, era un hombre serio, incluso intimidante. Hombre parco en palabras y con escasos gestos de cariño. Tal era así que sus hijos le llamaban de Usted, sin perderle el respeto en ningún momento. Era una persona responsable de manera obsesiva. Su carácter adusto se forjo en las largas jornadas en el campo y como ganadero, pero es que además fue Juez de Paz, una figura muy respetada en España en los años 60 y 70 que fue cuando ejerció mi abuelo, y también fue Presidente del Hogar del Jubilado, encargándose de organizar las actividades de las personas más mayores. Poniéndole la “guinda al pastel” mi abuelo fue un gran cocinero, pero exigente cuando cocinaba, ya que había que estar en la mesa a la hora que él decía, para saborear la comida que con tanto cuidado había preparado. Llegar tarde era un síntoma de una mirada asesina, en la gravedad menor, o inclusive en decirte que no podías comer por haber llegado tarde, como castigo extremo.
De mi abuelo Justino he aprendido los siguientes valores:
compromiso

  • Compromiso: Hablamos de una persona que se quedó viudo dos veces, y que la segunda mujer, después de mi abuela, se casó con ella estando embarazada de un desconocido, cosa que por aquella época era motivo de alejamiento por parte de cualquier hombre. Saco adelante a 5 hijos, ya que tomo como hija propia la persona que nació de su segunda mujer, dándole su apellido, y siempre estuvo comprometido con todo aquello que tomaba como responsabilidad

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  • Justicia: Hablaba poco, pero cuando lo hacía era para “sentenciar”. Su cargo de Juez de Paz y su alto sentido de la justicia le ponía en situación de tomar decisiones acordes con los más altos valores y principios morales

puntualidad

  • Puntualidad: Sirva la anécdota de la comida, o de cualquier cosa donde el acudir a una cita a su hora era inexcusable. Con el tiempo adquirí ese habito y con algún otro referente, como es Ignacio Buqueras, Presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios hasta diciembre del 2014, lo he perfeccionado con su frase: “Los 5 minutos de cortesía, son de descortesía para las personas que han sido puntuales”.

hacer las cosas bien hechas2

  • Hacer las cosas bien hechas: No es que fuera un perfeccionista, pero sí que cuidaba los detalles. Decía que hacer las cosas bien cuesta menos que hacerlas mal. El alto ritmo de vida y las prisas han profundizado en mi personalidad, y quizás sea este aprendizaje que menos me ha arraigado. Perdona abuelo

Mi abuelo “Colas” era mucho más parlanchín, dicharachero y divertido. También forjado en el campo, pero con un carácter abierto y bonachón. Gran comedor y bebedor, sin pasarse, aunque algún día se pasó, algo tramposo en los juegos de azar, y poco temeroso de la vida y sus riesgos. Siendo ya muy mayor, y con menos facultades, montaba en bicicleta y alguna vez se cayó, lastimándose, con la consiguiente bronca de mi abuela. Los últimos años de su vida le pasaron factura con la enfermedad del olvido: El Alzheimer. Pero la anécdota de su último día en esta vida fue la siguiente: Ya estando muy malito, y con escasas horas de vida diagnosticadas, mi madre me pidió que pasara a despedirme de él. Yo pase y le dije algo así como: “Abuelo, aquí estoy, soy Angel David (este es el nombre por el que me conocen mis familiares cercanos), te quiero mucho, adiós”. Me di la vuelta, y de repente hablo, algo que no hacia hace tiempo, y me dijo lo siguiente: “¿Es que no me vas a dar un beso?”, a lo que le respondí: “Claro que si abuelo”, y me acerque para besarlo. Y acto seguido solo dijo una palabra: “Adiós”, y abandone esa habitación con la descarga emocional de que mi abuelo se había despedido de mí en sus últimos momentos. En la noche el teléfono sonó para comunicarnos su fallecimiento. Llore mucho ese día, pero su recuerdo y su alegría me acompañan durante todos los días de mi vida.
Que aprendí de mi abuelo Colas:
diversion

  • Diversión: Era una persona que ansiaba divertirse a todas hora. Eterno bromista, y siempre con una sonrisa. Al desprecio y mala cara acompañaba con una sonrisa y con una expresión de “yo no he hecho nada”. Era auténticamente la diversión y las ganas de pasarlo bien y estar siempre alegre.

desdramatizar

  • Desdramatización: Cualquier adversidad la tomaba con calma y alegría. Era lo que tenía que pasar y no le daba más vueltas. Aceptaba la situación y afrontaba la vida como si el siguiente paso le llevaría con seguridad a algo bueno

reirse de uno mismo
reirse de uno mismo2

  • Reírse de uno mismo: Torpe en sus movimientos, tendente a caerse, se podía quedar dormido en casi cualquier sitio y con unos pies que arrastraba por todos los suelos, lo que le hacía tener una pinta desgarbada y unos zapatos gastados. Pues cuando le criticaban o se reían de él, él lo hacía de sí mismo con más fuerza aun. Que gran aprendizaje me dejaste abuelo. No hizo falta que me dijeras nada, fue tu ejemplo el que me guio.

disfrutar de la comida

  • Disfrutar de la comida: Mi abuelo era una persona que mientras hubiera comida en la mesa seguía comiendo. Tengo mi duda de si era humano, ya que no llegaba nunca al punto de saciedad. Aun quitando la mesa “rebañaba” el ultimo trozo de pan, alimento que le encantaba y que yo he heredado su habito. Podía alimentarse solamente de pan. Le gustaba comer, y disfrutaba comiendo, era un momento que reunía a las personas y que además nos proporcionaba placer. Abuelo, yo también sigo comiendo mientras haya comida en la mesa, y como a ti, no me gusta que sobre nada.

Y tu ¿Qué has aprendido de tus abuelos?
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