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Simular ir al trabajo despues de un despido
Durante mis vacaciones me encontraba con esta Noticia: «Hay directivos que simulan ir a la oficina por miedo a contar que han sido despedidos» Lo que a algunas personas les puede chocar, a mi particularmente me ha removido con historias recientes y otras de más tiempo que seguro se repiten a diario. Una de ellas además me toco muy frontalmente ya que aconteció en mis primeros años como Empresario, allá por el año 1999, donde tuve que despedir a un buen amigo, que había iniciado el proyecto empresarial conmigo, y fue tal el impacto emocional de la situación que me pidió un favor donde me puso en un compromiso personal por la relación que teníamos, se trataba de que le dejara un hueco en la oficina para pasar el día porque no quería decírselo a su pareja. En aquel momento accedí a su petición y estuvo viniendo por la oficina, con su traje, desde primera hora de la mañana. Solía estar por la mañana, le dejábamos un ordenador conectado a Internet, y luego por la tarde me confesaba que se dedicaba a dar vueltas por Madrid. Y así estuvo durante un mes y medio hasta que accedió a decírselo a su pareja. En algún momento le indique que la situación no tenía sentido, pero me decía que no se atrevía a decírselo por miedo a su reacción. Este ha sido quizás uno de los tragos más amargos que he tenido a nivel profesional, ya que la decisión de despedirle fue muy complicada, aunque justa, pero verle como alma en pena vagando por la oficina termino por deteriorar nuestra relación, que finalmente se rompió.
Otros casos he observado, algunos muy recientes, donde la persona decide no comunicar nada a su familia y amigos por un sentimiento de culpa y de fracaso que les atormenta y les mina personalmente. Salen “ataviados” como si fueran a trabajar y se dedican a deambular con un gran pesar y un sentimiento de culpa y de no estar haciendo lo correcto. Su “duende interior” les golpea brutalmente y les tortura emocionalmente.
Un buen amigo, durante ese periodo de transición de un trabajo a otro, después de 12 años seguidos trabajando se encontró con el despido, y aunque lo afronto con la familia, se encontró con el entorno. Su hija era pequeña y aprovecho para pasar tiempo con ella en el parque. Pronto algunas personas que cuidaban de sus hijos de la misma edad le cuestionaron de porque no iba a trabajar. Mi amigo empezó con excusas sobre que se encontraba de vacaciones, pero pronto asumió que no tenía que dar ninguna explicación, …. ¡¡¡¡Y cambio de parque¡¡¡.
Algún otro me conto como iba por la calle y se fijaba con asombro en el montón de gente que estaba en ella, cuando creía que la mayoría de las personas estaban trabajando en horario laboral y que la calle estaba casi desierta. Su capacidad de observación se desarrolló de tal manera que cuando avistaba a lo lejos a un conocido cambiaba de rumbo para no cruzársele y que no le preguntase.
Otro buen amigo aprovecho para salir con el perro de paseo, al que le llamaba mi “psicólogo personal”, aunque iba a llevar a su hijo al colegio en traje y se despedía del niño como si fuera a trabajar, para luego llegar a casa y cambiarse para poder sacar al perro. Estuvo ocultando durante meses la realidad a su hijo, hasta que se dio cuenta de que era probable que se pudiera enterar por terceras personas que lo sabían y decidió afrontarlo.
En la película Full Monty uno de los protagonistas, curiosamente el que tenía el puesto de mayor responsabilidad, estaba ocultando a su mujer que ya no trabajaba y seguía con su tren de vida, con gastos importantes, por no tener que afrontar el momento decisivo de comunicar que ya no estaba trabajando. En su caso tenía la ilusión de poder encadenar otro trabajo sin tener que comunicar nada a su mujer, y mientras tanto mantener la “normalidad” de salir todas las mañanas al trabajo, mientras desempeñaba otras actividades de “bailarín de striptease”. Si no has visto la película te la recomiendo.
En otra película, sobre la que escribí un post hace un par de años, titulada The Company Men, se trata la realidad del despido desde el punto de vista de mantenimiento del nivel de vida por la esperanza de recuperar un status laboral similar en poco tiempo, lo que inclina a uno de los personajes a perder su casa. O bien la desesperación por no poder seguir manteniendo el nivel de vida adquirido hasta ese momento, que unido a una edad avanzada laboralmente hablando, hace que uno de los personajes opte por el suicidio. Estas realidades nos pueden parecer lejanas, ya que la película es norteamericana, pero coincide con los sentimientos que las personas en España tienen al ser despedidos, ya que una de sus primeras preocupaciones es como van a afrontar sus gastos a partir de ese momento, teniendo que hacer un reajuste financiero de su economía doméstica.
¿Qué empuja a una persona a decidir no contar que ha sido despedido?: La vergüenza y el sentimiento de fracaso. La impotencia de que han tomado una decisión por ti, y la idea de que vas a estar señalado por tu entorno, unido a un sentimiento de culpa por la creencia que puede tener de que ha hecho algo malo, o peor aún, que los demás lo crean. Esa humillación que se siente por “ser diferente” y por estar “marcado” por una realidad es lo que a las personas, que somos seres sociales, nos hace actuar ocultando o disfrazando la realidad.
Desafortunadamente hoy en día es bastante habitual encontrarnos personas que han sido despedidas, y por desgracia ya no es tan extraño que suceda a cualquiera, encontrándonos a muchos conocidos y amigos que pasan por esta situación. Esta “normalidad” esta ayudando a afrontar a las personas su despido comunicándolo desde el principio.
Si alguna vez veis a alguna persona que deambula por la ciudad vestido para ir al trabajo pensar que puede ser una de estas personas que están pasando un momento muy difícil en su vida, ya que no se atreven a afrontar algo que, tarde o temprano tendrán que hacer.
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