Salir de la zona de confort

Con motivo de la Comunión de mi hija decidí salir de mi “Zona de Confort”. Soy un adicto a charlas y conferencias relacionadas con este tema y siempre que puedo, que no son muchas veces, escucho a personas que creo pueden contarme algo al respecto de tomar iniciativas que significan atravesar barreras de donde nos sentimos cómodos. Como “excusa” de una celebración decidí dar una sorpresa a mis amigos y familiares realizando una especie de videoclip donde salía disfrazado, bailando una coreografía y con algún personaje conocido a mi lado haciendo algún sketch. Para eso tuve que enfrentarme a mis “miedos” del que dirán, el ridículo, si eso socavaría mi imagen, etc…. Recuerdo como en una de las escenas, en una ventana del Teatro Hagen Dasz donde estaba disfrazado y bailando, se montó un corrillo en la calle observando lo que estaba haciendo y señalándome. Os podéis imaginar que no es lo que deseaba pero ocurrió, y lo acepte como tal, pudiendo disfrutar del momento.
Además del video, que causo un efecto mayor del esperado por mí, en la celebración me decidí a quitarme el traje y volver a disfrazarme para bailar la coreografía delante de todos los invitados, y como fin de fiesta había contratado un grupo de música y me decidí a cantar una canción para todos los invitados, cuyo estribillo era muy conocido y cantaron todos conmigo. El comentario más gratificante me lo hizo un amigo que me dijo: “ya hay pocas cosas que me sorprendan, pero tu hoy has conseguido sorprenderme”. Ese reconocimiento por parte de la gente a la que quiero y admiro es de las cosas que más satisfacción me pueden dar.
Era consciente que también iba a recibir críticas no tan positivas por parte de algunas personas. Estaba dispuesto a aceptarlas porque entiendo que no todo lo que hice es del gusto de todo el mundo, y que eso no podía minar mi autoestima al respecto de los objetivos que me proponía, que eran salir de mi “zona cómoda” para atreverme hacer algo para divertirme y hacer que los demás se diviertan conmigo. El otro objetivo es poder mostrar a mi hija, en un día importante para ella, que hay que atreverse a hacer cosas sin miedo al que dirán o si nos ponemos en ridículo. El comentario de mi hija me llego al alma: “gracias papa por hacer este día tan divertido”.
Espero que mi historia sea lo suficientemente ilustrativa como para plantearse salir de la zona de confort. A lo largo de muchas conversaciones escucho a muchas personas decir “a ver si hago esto, un día de estos voy a hacer esto otro, quiero un día hacer esto que nunca he hecho…”. Como dice un buen amigo mío, somos el país de “a ver si”.
Como dijo alguien conocido, si haces las cosas igual que siempre no cambiara nada. Si los beneficios de atrevernos son mayores que los posibles riesgos, ¿Por qué no nos atrevemos?. ¿Por qué no dejamos de decir lo que queremos hacer y nos ponemos manos a la obra?. Para mí la diferencia más importante de los que triunfan a los que no son los que están dispuestos a correr riesgos realizando acciones.
Hace poco leí que una persona, en su lecho de muerte, le preguntaron de que se arrepentía en su vida, y él dijo “de no haberme arriesgado más”. En un seminario que asistí uno de los conferenciantes hizo una especie de “juego” donde simulaba estar en una discoteca y se acercaba a las mujeres del público para pedirle que bailaran con él. Recibió 5 negativas pero a la sexta le dijo que sí. A continuación nos dijo que si se hubiera rendido en el primer intento seguramente no hubiera podido bailar con la chica que le dijo que si, que quizás eso llevaría a una relación y a ser la mujer de su vida.. quién sabe. Si no corremos riesgos nunca podremos saber que posibles beneficios obtendremos.
Por favor arriésgate, sal de tu zona de confort. Y no te olvides contármelo.

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