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Quejarse versus Reivindicar
Si decimos que nuestro país, o a nivel mundial, vive una crisis a nadie le puede resultar extraño. Si pensamos en nuestra situación individual de cómo nos ha afectado esto a nuestra vida, a nuestro entorno más cercano o a nuestra forma de comportarnos, en alguna medida, a unos más que a otros, bien directamente o porque hemos visto a personas a nuestro alrededor que sufren, todos estamos conectados con esta realidad y estamos alineados con las consecuencias.
La pregunta que te propongo es ¿Qué has hecho para solucionar “la crisis” o “tu crisis”?. Algunas personas me contestarían que no pueden hacer nada ya que esta situación es por factores ajenos a su capacidad de influencia: La banca, la bolsa, los políticos, la Unión Europea, los empresarios, el Gobierno….. Para muchos, estos “actores” están tan alejados de su vida que ni se plantean alguna alternativa para poder cambiar algo de lo que le afecta, directamente a ellas o indirectamente a personas de su cercanía. Algunos otros han decidido tomar una postura clara: Quejarse. Y nos hemos convertido en un país del quejido. Las tertulias, las reuniones, los encuentros con otros, son parte de este quejido global que tiene mucho que ver con algo muy nuestro: Criticar lo que hacen los demás.
Entonces si aderezamos la queja, con algo de crítica por la conducta ajena, y le ponemos un pelín de cotilleo nacional, nos sale que generalmente nos gusta protestar y quejarnos con relativa facilidad.
Al mirar nuestra situación personal nos salen algunas actitudes que pasan a formar parte de un patrón de comportamiento. Son las siguientes:
- Responsabilizamos a terceros de lo que nos pasa. No nos hacemos responsables nosotros mismos de la situación
- Queremos que otros nos solucionen nuestros problemas. Ya que a estos los consideramos originarios de esos problemas
- Nuestra actitud es de exigencia ante la “injusticia” que sufrimos. Estamos convencidos de que nuestra realidad sería distinta si otros actores no hubieran sido determinantes con sus acciones
Entonces algunas personas adoptan una actitud de “queja constante” que no mueve a la acción, solo a la protesta. Esta protesta genera malestar e inclusive puede degenerar en violencia verbal y en su extremo física. La radicalidad se puede alojar en personas de cualquier índole o clase social, si su convencimiento es que “no tienen otro remedio” porque “se me ha empujado a esta situación”.
El malestar implantado se contagia a gran velocidad, y se genera una actitud de queja o de “pasotismo”, que supone un conformismo con lo que “me ha tocado” y que degenera en un “yo no puedo hacer nada”.
Es dramática la situación que viven muchas personas, que seguramente ellos no querían y que no han elegido. No la han elegido, pero ¿pueden elegir otra realidad?. Hace poco, en una conferencia, hablaba de las decisiones y las elecciones, con este aprendizaje de vida:
Decidir es Elegir. Y Elegir es renunciar
¿Somos capaces de Elegir otra realidad? ¿Nos vemos con fuerzas para renunciar a aquello que nos hace sufrir o sentir mal?. ¿Elegimos estar desempleados o crear nuestro propio empleo? ¿Elegimos trabajar “de lo que he estudiado o trabajado antes” o renunciamos a que el mercado laboral nos etiquete?
Desde hace tiempo, mi admirado Ignacio Buqueras, Presidente de la Comision Nacional para la Racionalización de los Horarios españoles, me ha demostrado que el cambio está en la Sociedad Civil, y que los políticos son pagados por los ciudadanos y se les debe manifestar claramente cuáles son los cambios que busca la sociedad para conseguir el famoso bienestar social, que creíamos ya estaba implantado en nuestro país.
No todo es culpa del político, pero si así fuera, el ciudadano puede rebelarse contra eso mediantes acciones directas, como así ha quedado patente con algunas alternativas sociales. Las redes sociales nos han acercado a las fuentes de toma de decisión y han obligado a nuestros gobernantes a escuchar y decidir en función de la “voz de muchos”. La unión de personas genera movimientos para cambiar las cosas. Si entre muchos buscamos favorecernos unos a otros la revolución social es absoluta. Eso es lo que llamo Reivindicar, que se trata de solicitar algo que es de justicia de manera que nuestra petición quede reflejada en acciones concretas que queremos y deseamos haga la parte a la cual nos dirigimos en nuestra reivindicación. No basta con decir esto está mal, o no estoy de acuerdo con esto, se trata de Proponer Soluciones que sirvan para mejorar una situación que es evidentemente mejorable, buscando el beneficio común y de muchas personas.
Además, en el plano individual, debemos actuar con la firmeza y convencimiento de que puedo Cambiar mi vida, que me merezco algo mejor, y que mi situación es reversible si pongo mi voluntad y empeño. Es algo mucho más poderoso que cualquier reforma, decisión política o de cualquier gobernante. El poder del ser humano está en su interior, y su gran capacidad esta en auto convencerse de que es capaz de abordar cualquier reto o superar cualquier adversidad con la que se encuentre.
¿Te crees capaz?
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