Que diran, que pensaran….

El pasado viernes 1 de julio me invitaron a una fiesta donde solo conocía a los anfitriones y a otra pareja. Para mi es una experiencia gratificante conocer gente nueva, que estoy convencido que algo me aportara. De hecho cuando mi hija me pregunta a que me dedico le digo que “a conocer gente” ya que casi todas las semanas conozco a personas nuevas en mi vida. En una fiesta con música, alcohol y algo que pinchar poco a poco va surgiendo un ambiente de complicidad, pero es al principio cuando cuesta más abrir canales de comunicación. Todo empieza antes cuando tienes que pensar en que te pones para ir acorde con el Evento. Personalmente no dedico mucho tiempo a esto pero admiro al que lo hace porque denota que se preocupa de los demás y como le pueden ver, pero ahí empieza el primer y que pensaran….
Después de las presentaciones empiezan las primeras conversaciones que en mi caso particular empieza por un “a que te dedicas”. Os prometo que no es cotilleo ni tampoco es para relacionarme con alguien más especialmente según su posición social, es más bien mi manía de headhunter constante que hace que tenga en mente los puestos que estamos buscando y los que más solemos buscar a la hora de relacionarme con las personas.
A lo largo del tiempo he descubierto cual es el tema favorito de todo el mundo, sin excepción. Aunque ya algún libro de Dale Carnegie me puso en la pista, a lo largo de mi vida he contrastado que el tema del que todo el mundo le gusta hablar son… ellos mismos. Se produce la circunstancia de que todos queremos hablar de nuestras hazañas y logros y casi nadie, sobre todo en una primera reunión, habla de sus fracasos y aprendizajes con ellos.
Cuando estoy con un grupo de personas que no conozco intento que la información fluya lo más posible, dando mucha información mía y solicitando información de los demás. No es que sea un tipo hablador, que lo soy y mucho, es que creo que es la manera más rápido de poder conocer a las personas y establecer vías de comunicación y dialogo mucho más directos, encontrando temáticas en común. Aquí suelo chocar con la “prudencia” que suelen tener muchas personas a la hora de hablar de ciertas cosas, y en el caso extremo de cualquier tema por precaución. Aquí entra el que dirán y que pensaran…..
Creo que estamos más pendientes de lo que piensan los demás que a veces dejamos de ser espontáneos y nos da miedo dar información que nos pueda “perjudicar”. Esa prudencia genera personajes que están callados, como observando, de los cuales intento descorchar como reto personal, pero si veo la imposibilidad de hacerlo no me queda más remedio que arrimarme a otras personas. ¿Por qué somos tan cautos? ¿Tenemos miedo al que piensan los demás?. ¿Miedo a decir alguna tontería?. Algún filósofo, no recuerdo ahora quien, dijo que todos teníamos el derecho de hacer el tonto al menos 5 minutos al día; los hay que no quieren ni siquiera hacer uso de este derecho y prefieren pasar por mudos o monosilábicos que por tontos.
Hubo una etapa de mi vida que supere el miedo al ridículo, y no hace mucho supere el miedo al que dirán, aunque aún hay algunas cosas que me asustan como las críticas de las personas que respeto. Esa impresión de que siempre estamos en el punto de mira de los demás, que muchas veces es errónea, tiene que ser correspondida con la reflexión de si los demás están en nuestro punto de vista. Cualquier acción que hagamos tendrá una opinión por parte de las personas, ¿por eso vamos a dejar de realizar cosas o decir cosas?. No quiero pertenecer al clan de los “muditos”, me gusta más pertenecer al grupo de los inconscientes que sueltan por la boca mucha información, aunque sean juzgados por los demás. Prefiero comunicarme en todos los sentidos, verbalmente, gestualmente, emocionalmente, no quiero esconderme detrás de una máscara, un rol, una imagen, quiero ser transparente y que la gente me vea tal cual soy, y me gustaría ver la transparencia en la gente, aunque crea que están equivocados en su opinión. Abramos un foro de debate. Me encanta debatir con gente de opinión distinta a la mía, sin cerrarme en posiciones inflexibles, sin intentar convencer al contrario, sin humillarle si considero que está equivocado, sin menospreciarle si da un dato que se que es erróneo. Me encanta provocar debate, provocar opiniones, no generar indiferencia.
La anécdota de la fiesta me vino días después cuando la anfitriona me llamo pidiendo disculpas por lo que ella consideraba una actitud inapropiada debido a la ingesta de alcohol. Mi respuesta fue contundente, tu actitud fue muy divertida y espero que la próxima vez digas y hagas todo lo que te de la gana, como me dices que has hecho esta vez, ya que no quiero alguien disfrazado a mi lado, sino alguien natural que dice y hace lo que siente.
El día posterior a la fiesta me reuní con unos amigos en una terraza y tuvimos un foro de debate abierto, esta vez el tema era la libertad que dábamos y nos daban nuestras parejas (el foro era masculino exclusivamente). Mi grupo de amigos suele tener mis ideas a la hora de expresarse, es decir lo hacen libremente y sin ningún tipo de inhibición, te guste o no lo que digan, pero a su libre opinión se une un tono de voz alto para reafirmar las convicciones personales de cada uno. En este sentido mi amigo R. (guardare su intimidad) fue muy expresivo en las opiniones sobre la libertad que da a su pareja para salir cuando y como quiera, siempre y cuando no venga con una “capa de segunda mano”. Os podéis imaginas las risas y buen ambiente que fluían. Doy gracias por tener el grupo de amigos que tengo y que tengamos la libertad de poder decir lo que queramos, sin escondernos.
De verdad sigues pensando en el que diran, que pensaran,….. Prueba a lanzarte y perder el miedo. Sal de tu zona de confort.

Comentarios

  1. azu dice:

    Ufff el miedo al que dirán es un gran debate… Yo soy bastante tímida, pero no creo que sea por miedo a que pensaran de mí, si no más bien, porque muchas veces no sé que decir. Si no tienes nada que aportar, mejor estar cayado, y yo lo hago mucho. Eso sí sobre todo cuando trabajaba de monitora ejercía mi derecho de hacer el tonto, al menos 5 minutos al día y mucho tiempo más. Era la parte más divertida de mi trabajo, cuando se te quedan mirando pensando a esta se la ha ido la cabeza del todo… Recuerdo una vez que bajamos a la discoteca con el grupo de unos 14 años, edad en la que todo les da vergüenza… pues aparecimos con gorros de ducha, vestidas con unas sábana… Los compañeros se reian pero los chavales se soltaron más. Total no iban a hacer más «el ridículo» que nosotras jajaja

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