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Lo mejor no es hacerlo, es contarlo
El ser humano gestiona su vida de manera diferente a las otras especies que conviven en el planeta con nosotros. A diferencia con los animales, ellos tienen como prioridad sobrevivir. El sentido de la supervivencia en las personas ha sido superada por una expectativa donde se da por hecho que vamos a vivir, algunos piensan que eternamente, y por ello empiezan a correr riesgos para poder superar objetivos y metas, alejadas de la supervivencia.
Ya no existe el peligro de cazar animales para alimentarse, eso lo damos por superado, ahora se trata de hacer cosas para sentirnos mejor con nosotros mismos. Para llegar a la autosatisfacción o como diría Maslow, la Autorrealización.
Aunque depende de las partes del mundo donde se habite, donde la supervivencia es más marcada según el punto del planeta en el que te haya tocado nacer, por la parte que nos toca a nosotros, el ser humano occidental se «aburre», necesita emociones. Sin embargo en Oriente son más espirituales y reflexionan más sobre la vida, sin necesidad de estar constantemente asumiendo retos y objetivos.
En un artículo anterior titulado La Cultura del Reconocimiento hablaba de un reportaje sobre unos corredores de San Fermín cagando e de miedo en el encierro. Asumiendo que arriesgan la vida, solo por el hecho de ser reconocidos por los demás. Es por ello que acaban repitiendo aña tras año tal temeridad a riesgo de su vida.
Yo mismo he sido víctima de esa afición al riesgo para “superarme”. Cuando cumplí mis 40 años decidí hacer un Salto Tándem en paracaídas, con la consecuencia de rotura de ligamentos y peroné, 6 meses de baja, además de la dolorosa y difícil rehabilitación. Esto es una crisis de los 40 en toda regla.
Entonces ¿Por qué lo hacemos?. ¿Cuál es nuestra necesidad primaria para afrontar metas que nos ponemos nosotros mismos?. Como decía antes vivimos en una Cultura del reconocimiento, que supone una necesidad básica para poder afrontar nuestra vida de manera satisfactoria, teniendo el reconocimiento de los demás. El Ser humano a diferencia de los animales es un ser social. Necesita contar sus hazañas para sentirse reconocido. Es un Alimento emocional. El caso es que no veo a las leonas vacilando de su caza más abundante en el ambiente leonino, ellas entienden que ese es su trabajo y lo afrontan como algo natural, no para poder destacar, eso lo hacemos nosotros.
Hace poco vi a un grupo de jubilados jugando a la petanca en la playa. Estaban tranquilos pero pronto surgió la competencia entre ellos. Observándolos me di cuenta como contaban sus hazañas para destacar sobre el resto. Que si uno había ganado no sé cuántas veces, que si lo hacía con trampas, que si no midió bien la bola….. Hablamos de un pasatiempo o afición tranquila convertido en un “A ver quien destaca más” (en los bares decimos a ver quien la tiene más grande).
Como dice un gran amigo mío, lo mejor no es tener una noche de pasión, lo mejor es contarlo luego a los amigos.
Y tú ¿necesitas el reconocimiento de los demás para hacer algo?
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Buen post Ángel. Totalmente de acuerdo
Cuando un torero español tuvo una noche de pasión con una diva de Hollywood y le dijeron que no era digno de un caballero contar sus conquistas respondió, «Es que si no lo puedo contar, de qué me sirve haber pasado una noche con ella»
A través de las redes sociales o aplicaciones informáticas, ahora también vivimos mucho esa búsqueda de reconocimiento. Los que corremos como ejercicio físico; si hacemos un día 15 km y el GPS no ha registrado nuestra actividad, nos sentimos como si no los hubiéramos hecho. O hasta que no lo cuelgo en Facebook o en Twitter, no estamos contentos (yo esta parte la evito jeje) , buscando siempre los «Me gusta» RT, FAVo, recomendaciones…