Historia de una adopcion: El viaje de vuelta a España

EspañaEl momento culminante de un proceso de Adopción es la vuelta a tu país. He de decir que he añorado mi país, mi lugar, mi gente durante la estancia en Polonia. Allí me han tratado fenomenal y todo ha salido muy bien, pero tirando de tópicos: “Como se vive en España…….”.
El caso es que gracias al increíble equipo de la Agencia de Adopción en Polonia pudimos aligerar los trámites burocráticos y volver a España unos días antes de lo previsto. Ya los últimos 8 días se me estaban haciendo algo pesados, ya que la ansiedad de estar en tu casa y tu entorno es algo que no dejas de darle vueltas.
Lo importante era tener el pasaporte de mi hijo para poder volar a España, y eso se consiguió en un tiempo record. A partir de ese momento los nuevos retos:
–          Un viaje de dos horas y media en coche hacia el aeropuerto. Mi hijo nunca había tenido un trayecto en coche tan largo
–          Vuelo en avión con dos viajes y un transbordo. Mi hijo nunca había visto un avión ni por supuesto volado en uno. Además había que trasladarse en dos aviones distintos. ¿Cómo reaccionaría? ¿Sentiría miedo? ¿Se podría estar quieto?
–          Bienvenida a España por parte de mis familiares eufóricos. ¿Después de 12 horas de viaje totales como reaccionaria?
polonia
Todo empezó con la despedida de las personas que tanto nos han ayudado en todo este proceso. Una parte de mi corazón se queda en Polonia, ya que tengo la absoluta certeza de que volveré, pero las personas que allí se quedan han dejado una huella imborrable en mi memoria. Fue muy emotivo y solo me sale una palabra para todos ellos Dziękuję bardzo
El viaje fue bien, con una parada para descansar incluida, hasta que el automóvil, que nos llevaba a 8 personas (2 familias), un conductor y un montón de maletas empezó a fallar con un sonido extraño y una gran humareda. A los pocos kilómetros el coche dijo “basta” y el conductor, que no hablaba ni ingles ni español, se comunicó con nosotros como pudo diciéndonos que no nos preocupáramos que enseguida vendrían dos taxis a buscarnos. Mi estado de ansiedad creció bastante ya que veía la posibilidad de perder el avión y tener que alargar mi estancia en Polonia. Por supuesto la parada fue en un arcén, con unos niños inquietos que no podían salir del coche y con unos minutos de incertidumbre de que iba a pasar. Esos 30 minutos de espera se me hicieron muy largos, y mi cara reflejaba la tensión del momento. Cuando llegaron los taxis y nos dejaron en el aeropuerto salí corriendo hacia la ventanilla de facturación con la alegría de que llegábamos a tiempo.
furgoneta
Cuando nos dieron los billetes respire, pero de nuevo me salto otra sorpresa: nos habían dado dos billetes con el mismo nombre y faltaba uno de mi hijo. De nuevo la tensión de cambiar el billete. Nada que no ocurra todos los días, pero la gestión de la ansiedad de volver a España acentuaba más las emociones.
Primer vuelo bien, mi hijo expectante pero no protesto en ningún momento, aunque el otro niño sí que mostro su “desacuerdo” en forma de rabieta de tener que estar quieto cuando anunciaron el aterrizaje. Buen cambio de avión, como en una carrera de relevos “no se nos cayó el testigo”, y en el segundo trayecto, que era más largo, mi hijo se durmió por el cansancio. Los minutos previos al aterrizaje fueron una celebración entre las familias. Pudimos observar como el resto del pasaje, sobre todo los españoles, se asombraban por nuestra alegría de ver tierra española, que celebramos con canticos patrios.
avion
Para culminar mi estado de ansiedad, como no puede ser de otra manera, las maletas tardaron en salir, o al menos mi percepción temporal fue esa.
Cuando ya teníamos todo, despedida emotiva dentro de la terminal de la otra familia, para así poder dedicar toda la atención a nuestras respectivas familias. La salida y el encuentro fueron espectaculares. Dos pancartas de bienvenida nos esperaban, y allí nuestros seres queridos. Abrazos, alegría, lágrimas y euforia. Mi hijo miraba alucinado pero no extraño a nadie, ni hizo ningún amago de desaprobación de la situación. Se dejó coger en brazos por todos y dio la mano a mis sobrinos, que estaban deseando conocerle. Todo era felicidad.
familiares
La entrada en casa fue fantastica. Nosotros estábamos deseando ver nuestro hogar, pero para mi hijo todo era nuevo. Corría de un lado para otro para ver que había. Por suerte enseguida concilio el sueño en su nueva habitación, donde le esperaban unos cuantos peluches que le hicieron compañía, además de los que el traía de Polonia.
Era el preludio de una gran felicidad que nos esperaba. ¿Cómo sería la adaptación a su nuevo hogar y a España?. Eso te lo cuanto en otro post más adelante.
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