La maldad y la bondad viven en el mismo sitio: Nosotros mismos


“Esa es una mala persona”. Esta afirmación tan categórica y absolutista ha sido escuchada y dicha por muchas personas, es probable que con nosotros mismos.
¿Qué define a una persona como “mala persona”? Sin duda los actos que realiza. Pero la pregunta correcta seria ¿Todos sus actos son malvados?.
Si coges una persona conocida, que todo el mundo define como “mala”, seguramente tenemos una información parcial sobre esa persona. Los realitys televisivos se han encargado de “Etiquetar” a las personas en buenas o malas, por una serie de actos visibles, y también que son juzgados por un “Tribunal televisivo”.

¿Te has parado a pensar cuales son las razones para que alguien realice actos malvados? Decía en uno de los primeros capítulos de su libro “Como ganar amigos e influir en las personas” el admirado Dale Carnegie, que hasta los asesinos actúan como actúan por alguna razón. Sin querer defender un acto tan inhumano como el asesinato, Carnegie hacia una retrospectiva del comportamiento de esa persona hacia su infancia, sus circunstancias, las veces que pudo ser humillado por otras personas, o los engaños que pudo sufrir en sus propias carnes. Esto no justifica su comportamiento, es posible que lo explique.
¿Te has comportado alguna vez mal con otra persona? Repasa entre tus recuerdos, haz memora, no huyas de tus errores o de tus actos, por mezquinos o bajos que hayan sido. ¿Alguna vez has fallado a alguien? Ese “error” que tenemos en el ADN del Ser Humano es lo que conocemos popularmente como “maldad”.

A veces nos movemos por razones que nos parecen muy justificables para nosotros en ese momento: Por dinero, por necesidad, por alcanzar un bien mayor, por un sentido de la justicia que tenemos adaptado a nosotros mismos,….. Todas las razones que nos parecen “nobles” nos pueden llevar a realizar actos mezquinos y malvados.
Por eso desde hace mucho tiempo he dejado de catalogar a las personas en buenas o malas. Considero que la bondad y la maldad conviven en nosotros, y que pueden salir en cualquier momento y circunstancia.
En el entorno profesional nos han repetido un engaño que muchas personas se han creído: “Hay que escoger entre ser una buena persona o un buen profesional”. Este mantra se ha cimentado en otro que ha adquirido cierta relevancia popular “los que están arriba, y han alcanzado el éxito, han pisado muchas cabezas”. Existe una variedad de dichos sobre cadáveres, cargarse a sus enemigos, o “putear” a otros compañeros para conseguir algo.
Toda esta creencia se ha valorado con ejemplos visibles:

Steve Jobs era un “capullo” integro con sus colaboradores
– Muchos políticos han ascendido en su carrera profesional “portándose mal” con otras personas y engañando a muchos (No voy a mencionar ejemplos, elígelos tu)
Se nos olvidan algunos otros que se pueden confrontar con los anteriores:

Bill Gates vendió su compañía y monto una Fundación para ayudar a las personas
Amancio Ortega tiene su propia fundación y hace grandes donaciones para mejorar muchas cosas (polémicas aparte)
Por eso estoy convencido de que no hay personas malas o buenas. La bondad y la maldad reside en nuestro interior. Somos capaces de realizar actos bondadosos y absolutamente maravillosos, y también de realizar actos mezquinos y de gran perjuicio para algunas personas.
Por eso debemos estar vigilantes. En esta lucha entre el bien y el mal, que se produce en nuestro interior, debemos estar atentos a nuestras decisiones, y analizar a quien perjudica lo que vamos a hacer.

Tampoco esta mal preguntar a los que nos rodean, antes de nada. Tener una visión de otra persona sobre nuestra decisión y sus consecuencias nos puede ayudar. Eso si, te aconsejo que sea a alguien a quien respetas por su criterio y que quieres para no justificarte. Te diga lo que te diga, te guste o no, te duela o te haga sufrir, debe ser nuestra “Campanilla” que actúa como conciencia. Yo lo hago antes de decidir y me funciona.
Hoy o mañana podrás tomar una decisión malvada o generosa. Estate atento, porque siempre tendrás la posibilidad de analizar lo que vas a hacer.

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