Aprender a reirse de uno mismo

En mi cruzada para instaurar el humor como medida para superar los momentos difíciles en la vida profesional y personal he descubierto que las personas que saben reirse de si mismas suelen superar las adversidades mejor que cualquier otras.
He tenido que aprender en mi propia vida personal a reirme de mi mismo, de mis defectos y de mis torpezas. Descubri que nadie me hacia mas daño que yo mismo, al tomarme en serio todo aquello que me «ofendía».
Hace poco he observado como una persona reaccionaba violentamente y de manera agresiva porque estaba «ofendida»,  se sentía herida en su «honor»,  y habían tocado gravemente su «orgullo». Esa defensa del honor y el orgulllo ha traído al ser humano a disputas, conflictos e inclusive guerras. Lastima que entre tanto orgullo herido no hayan aprendido a reirse de uno mismo, hubiéramos evitado muchos conflicos.
En mis observaciones veo que las personas que aprenden a reirse de uno mismo en edades mas tempranas son las que mejor se adaptan a las posteriores dificultades que se van encontrando a lo largo de su vida. A nadie se nos escapa que las mayores humillaciones que hemos sufrido están en la infancia. Ante un insulto o lo que nosotros consideramos una falta de respeto, nos hundimos e incluso podemos reaccionar violentamente de manera activa o bien depresivamente de manera pasiva.
Hace poco mi hija me dijo que alguien le había llamado gafotas en el colegiio. Este es un clasico ya que a mi tambien me lo habían llamado. En ese momento le pregunte que porque le había molestado que le llamaran gafotas. Ella contesto que creía que con gafas parecía distinta a los demás. Le insistí para que me dijera cuantos niños llevaban gafas en su clase. Pareece ser que casi el 50 % llevaban gafas, y entre los profesores casi el mismo porcentaje. Entonces, si los demás tienen gafas, ¿por que a ti te molesta?. No supo que contestarme. Estuvimos repasando las personas de nuestra familia que llevaban gafas, empezando por mi mismo y mi mujer. La gran mayoría de los miembros de la familia utilizan gafas habitualmente o bien para lectura. Para terminar con la experiencia le enseeñe a mi hija las gafas que utilizaba siendo un niño. Son unas pedazo de gafas bastante grandes que ocupaban casi todo el espacio de mi cara por entonces. A mi me llamaban gafotas con bastante razón
 
Hace poco un compañero me dijo que una compañera de clase de su hija le habían castigado por llamar a otra niña delgada. La profesora argumentaba que en la sociedad actual con los problemas de anorexia,, sobre todo en niñas, esto podía significar que alguien se sintiera mal. Vaya, en mi época las niñas delgadas eran las que triunfaban, mucho mas que las gorditas, parece ser que ahora cualquier desviacion de un prototipo fisico, que no se quien marcara, es algo inusual y deforme.
 
En mi caso tambien se junta mis problemas de sobrepeso, o como diría alguien que quisiera ofenderme soy un «gordo». Pero he descubierto que existen grados de «gordo». Cuando a alguien no le caes bien eres un «gordo de mierda», y en el grado maximo de la antipatía esta el de «puto gordo de mierda». Esa regla es valida para cualquier adjetivo ofensivo que  se quiera utilizar. Añadir el «Puto» al principio y el «de mierda» al final hacce la ofensa mucho mayor. En cambio si utilizamos diminutivos significca algo cariñoso. En mi caso «gordito» se puede interpretar como alguien que me aprecia y me estima.
 
Otros clásicos son los que llamamos «enanos», es decir de corta estatura. Un «enano de mierda» es considerado alguien con un status social muy inferior. En un país donde hemos sido hasta hace unos años de baja estatura nos podriamos considerar un país de «enanos».
 
En este articulo voy a descubir algo personal para mostrar hasta que punto alguien se puede sentir ofendido. Ocurrio hace unos 20 años, es decir cuando era mas joven y menos «gordito». Con veintipocos años mi grupo de amigos solíamos salir por una zona de Madrid a tomar copas en los pubs (vaya puedo pensar que genere una moda que perdura). En algún momento de la noche el grupo se disgregaba y unos querían ir a un sitio y otros a otro. Como éramos un grupo numeroso decidiamos ir a distintos sitios para luego juntarnos en algún lugar de moda. Ese sitio, al que ya ibas a ultima hora de la noche, solía ser uno de esos sitios con portero en la entrada que decidía, según tu vestimenta y estilo, si tenias la gran fortuna de entrar al local. Por aquel entonces no teníamos teléfonos móviles por lo que simplenente quedábamos (¡¡¡¡y nos encontrábamos¡¡¡). El caso es que un amigo y yo nos dirigimos al local donde habíamos quedado con el resto del grupo y el portero, sin haber nadie en la puerta, nos dijo que no podíamos entrar. Nuestro grado de indignación era similar al grado de exatacion alcoholica, aunque «controlábamos»(que yo controlo siempre eh). El caso es que insistimos y nos dijo que solo podía pasar uno a ver si estaba el resto. Paso mi amigo y durante el rato que estuvo dentro pude observar como todas las personas que querian entrar lo hacían sin problema por parte del portero, lo que considere un desprecio hacia mi persona. Cuando mi amigo salio y ne dijo que allí no estaba nadie de los nuestros, al disponernos a irnos me dirigí hacia el portero y le dije que era un «pobre hombre», disponiendo de inmediato a darme la vuelta para irme tranquilamente. De repente note un empujón que me lanzo hacia la otra acera, y desde el suelo observe como el portero lanzaba un «gancho» en el mentón a mi amigo que le dejo KO. Nuestra sorpresa era tal que mi amigo me pregunto «¿pero que les has dicho?». Cuando le dije que mi insulto era «pobre hombre» no podía creerme(aun hoy despues de 20 años sigue sin creerme), aunque asi fue. Ese portero («Pobre hombre») seguramente había tenido una mala noche y estallo con algo que el creía que era la ofensa mayor que había tenido hasta entonces en su vida. Desde ese dia me niego a entrar en un local donde el portero decide si entras o no (viva el acceso libre).
Una de las pruebas mas duras a la que nos enfrentamos para comprobar si sabemos reinos de nosotros mismos es estar presentes cuando nos imitan. Normalmente surge la negación de que aquellos gestos y formas de expresarse no son nuestras, y cuando el resto confirma que si lo son es cuando debemos observarnos para ver como nos sienta. La mayoría de los personajes famosos o conocidos se muestran poco permsivos con las imitaciones que les hacen. En algunos casos las imitaciones llevadas al extremo pueden povocar sentimientos de odio y desprecio hacia quien lo hace. Suelen ser los personajes con mayor sentido del humor, que tambien coinciden con los mas queridos por el publico, los que suelen reirse a rienda suelta de su imitacion. Si quereis probar vuestro sentido del humor con vosotros mismos, pedir a alguien que os conozca que os imita, y que lo haga delante de mas gente. Podreis reconocer en esa imitacion el como os ven los demás, lo que resulta muy enriquecedor a nivel personal.
No quiero dejar de contar una anécdota que me paso en un Taller de «Inteligencia Emocional con Caballos» que nos impartió el gran Fernando Noailles. En este caso estaba destinado para familias exclusivamente. Pronto nos dimos cuentas que uno de los niños de una familia era inquieto, interrumpia constantemente y era algo faltón. En un momento determinado, cuando Fernando hablaba de como nos sentimos nosotros mismos, pidió a ese niño que le insultara. El niño estaba duditativo pero Fernando le instio. Empezo con un «tonto» muy liviano y sin fuerza. Fernando le dijo que seguro que podía hacerlo mejor, y que lo hiciera con mas ímpetu. Por la boca de ese niño, que tendria unos 12 años, salan insultos de todo tipo, algunos clásicos y catalogados como palabrotas, al nivel de cualquier riña callejera entre dos bandas peligrosas. Cuando el niño se callo Fernando le pregunto si había terminado, y ante la afirmacion del crio este le dijo que no había sentido nada de lo que había dicho porque no se reconocía en ninguno de los insultos, que todo lo que le había dicho estaba seguro que el no lo era. A continuacion nos dijo que las personas que suelen insultar o faltar el respeto nos hablan mas de como se sienten ellos por dentro, ya que no hablan de nosotros sino de sus sentimientos. Alguien que ofende se encuentra mal consigo mismo. Esta hermosa lección de Fernando ha servido para que a mi hija no le afecten lo que le digan en el colegio, y que nos diga que ese niño/a se sentía mal ese dia y que le daba pena, para a continuacion ver si le podía ayudar. Se me pone la carne de gallina cuando  los profesores me dicen que mi hija es muy popular entre sus compañeros porque intenta ayudar a todo el mundo.
Ante cualquier cosa que nos dicen podemos reaccionar sintiendonos ofendidos o bien riendonos de nosotros mismos. Si no reaccionamos y perdemos autoestima corremos el peligro de caer en una depresion. Os lo dice un «gafotas», «gordito» o tambien me han llamado «chino» por mis ojos pequeños. ¿O es que acaso te crees perfecto?. Seguro que tienes algúna característica física o de tu personalidad que puede ser visto cmo un defecto por los demás. Si aprendes a aceptarte y a reirte de ti mismo siempre tendrás a alguien de quien reirte.
 
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Comentarios

  1. […] hacen es como conseguir reírse de sí mismo. A esta cuestión ya conteste en anteriores artículos Aprender a reirse de uno mismo y Aprender a reirse de uno mismo en la vida y en el trabajo donde reflejaba alguna anécdota […]

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